lunes, 7 de marzo de 2011

Nuestro baúl de los buenos recuerdos.

Tumbarte lentamente en la cama, cerrar los ojos... Los abres suavemente y lo observas detenidamente. 
Esos ojos cerrados plácidos y soñadores. Esos labios carnosos que tanto has deseado y deseas besar con dulzura, morder con infinita pasión, probar su sabor hasta gastarlo. Esa respiración acompasada y relajada. 
Ahora observas su rostro. Parece un niño, el niño que era ayer. El que jugaba al pilla pilla conmigo en el parque de aquí al lado, con él eran siempre sucesivas e infinitas sonrisas, él, aquel niño que me contaba chistes malos, pero aún así, me reía con ganas. Ese humilde chico que  intercambiaba con ilusión cromos con los amigos... Y así duró 16 años... Ya se acabó. Ya no. Él mismo ha sido quien ha arrojado nuestra bonita historia a la basura. ¿Y por qué? porque encontró verdaderamente al amor de su vida, aunque yo ya lo encontré desde hace bastante tiempo.
 Ya es casi un adulto lo suficientemente maduro para enfrentarse a los obstáculos de la vida. Su futuro. Su futuro junto con el de otra persona. Me alegro, porque sé que él será feliz. Y su felicidad, es la mía. Será plenamente feliz.
Es inteligente, se sacará una carrera. Se casará con ella, tendrán hijos y vivirán juntos para siempre... Una bonita familia. 
Y es la puta realidad, la triste realidad. 
El chico de mi vida tiene 19 años, es perfecto en todos los sentidos. 
Pero ya tiene a una persona para sustituir mi lugar. Cabello liso, largo y castaño. Ojos verdes. Alta y con un llamativo lunar en la mejilla. 
Él y Ella. Su historia. Pero... ¿y la mía qué?, ¿y mi historia?, ¿y mi vida?... Mi vida se escapa, y yo, aquí tumbada en mi cama sin hacer nada, simplemente imaginándomelo ahí, dormido a mi vera. 
De repente, lo veo todo difuso, borroso. Cierro los ojos con fuerza, cae una silenciosa gota, empujada por el dolor, besa mis mejillas lentamente hasta llegar a la barbilla, y me sigue acariciando la piel hasta llegar al cuello. El chico de mi vida se escapa y yo, estúpida cobarde, soy incapaz de mover cabeza. Abro los ojos. Sigo viendo todo difuminado y con ligeros movimientos. Observo mi alrededor, sigo viendo igual. Porque, al menos, así es como lo veo todo a través de las lágrimas.
Muaks
LauraSoñadora

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