Son momentos fugaces. Momentos especiales y únicos. ¿Qué digo momentos? Instantes. Duran poco, pero contra más perduren, mejor. Un cruce de miradas, un apretón de manos, un corto pero fuerte abrazo. Una o millones de sonrisas. Una caricia en la mejilla. Un dulce beso en el cuello o en la espalda.
Son pequeños detalles, pero llegan a ser inmensos cuando cada uno de ellos se acumulan en una pequeña parte de ti, que la haces llamar corazón. Y desde entonces, no se olvida. Es para siempre. Ese cúmulo de recuerdos quedarán en las memorias, y él también.
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