-¿Sobre qué?.- Contesto con dificultad, trago saliva. Siento como si el mundo me tragase, todos los edificios de mi alrededor se me cayeran encima. Escucho su respuesta muy atenta, puede que hoy sea el último día que hablemos en persona. No puedo imaginarlo.
-Verás... No sé como decírtelo... No quiero hacerte daño...- Todo esto, me lo dice mirándome a los ojos. Me derrumbo, me hundo, me destrozo. No puedo creer que esto me esté pasando a mí. Lo veo todo borroso y difuminado, a causa de mis silenciosas y delicadas lágrimas llenas de intenso dolor. Me sigue mirando. Yo desvío la mirada hacia abajo, hacia el suelo. Hago fuerzas y le contesto.
-¿Por qué? ¿Qué pasa...?
-Es que, he conocido a alguien, pero no estoy saliendo con ella ni nada... Pero es que, no sé. No siento lo mismo por ti... Tú no eres la chica de mi vida, como yo pensé que eras... No sé explicarme. Lo siento mucho, de verdad, yo... - Sigue hablándome, pero yo ya no escucho.
He perdido todos los sentidos. O mejor dicho, lo he perdido todo. He perdido a mi vida, y ya no hay arreglo.
Él sigue hablándome apurado, sé que no quiere hacerme daño. Está siendo lo más delicado posible. Pero no puede hacer nada. Nada contra mí. Nada contra mi dolor ni mis lágrimas, que caen como una hilera de hormigas, deslizándose por mi mejilla, hasta llegar al borde de la barbilla y dejándose caer empujadas por mi pena, por mi suplicio. Y a partir de aquí, sé cual es la consecuencia de amar. Y de ser amada. En este parque solitario, sólo él y estamos ahora, he descubierto algo. Todo no dura para siempre.
Aquí, ha acabado un amor, de los muchos que se acaban al año. Quizás dentro de una semana acabe otro, o quizás, empiece uno... Aunque nunca se sabe cuánto durará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario