<<Hace tiempo que estoy enamorada de Yárchik. Cuando empezamos a estudiar juntos, mientras tocábamos o repasábamos las partituras, me moría por sentir el roce de su mano, por oír su respiración cerca, por mirar de frente en sus ojos, tan ingenuos y tan sabios. Si él acariciaba las cuerdas de su viola con el arco, yo notaba la vibración en todo mi cuerpo, como si extrajera música de mí. Y por un tiempo creí que él sentía lo mismo. Pero Yárchik vive a cientos de miles de kilómetros: en Marte.>>
No hay comentarios:
Publicar un comentario